Las secuelas de la elección del Presidente de la República se parecen cada vez más a un terremoto. Las réplicas las recibió esta vez el Movimiento 5 Estrellas (M5E).
No solo el centroderecha implosionó y pequeñas fuerzas de centro intentan aliarse. También el M5E, el partido con más representantes en parlamento vive una fase problemática.
El conflicto es en la cúpula. Están enfrentados el actual líder, el ex presidente del Consejo de Ministros, Giuseppe Conte, y su antecesor como jefe del Movimiento, el ministro del Asuntos Exteriores, Luigi Di Maio.
Las negociaciones que desembocaron en la reelección de Sergio Mattarella habrían sido el detonante. Supuestamente Conte buscó un acuerto con Matteo Salvini, líder de La Lega, mientras los electores que responden a Di Maio empezaron algunas rondas antes a escribir en las papeletas el nombre de Mattarella.
Tan grande es la disconformidad que el mismo Di Maio aludió a lideres que habían fallado. Conte reaccionó, subrayando la colegialidad de las decisiones adoptadas por parte del partido. Di Maio dio un paso más y dejó de inmediato su cargo en el comité de garantía, órgano directivo del movimiento.
Hace años unas palabras medio irónicas de Beppe Grillo, el humorista fundador del movimiento, lo habría solucionado todo. Pero esta vez sus palabras en el blog no sirvieron de nada.
Di Maio, además ha sido blanco de una campaña que pide su expulsión, creada desde perfiles falsos en redes sociales. Di Battista, ex dirigente del Movimiento 5 Estrellas que dejó el partido cuando se integró a la formación del gobierno Draghi, declaró que al ministro de Asuntos Exteriores solo le interesa el poder.
Aunque el estatuto prohibe que nazcan corrientes políticas internas, ya se formaron los bandos. Di Maio, por ejemplo, ya se reunió con Virginia Raggi, la ex alcaldesa de Roma que no tuvo nunca la mejor relación con Conte. Estas internas, muy diferentes al espíritu anti sistema y asambleario que dieron origen al M5E, podría terminar en algo típico de la política italiana: una escisión.