Tras la confirmación de que Sergio Mattarella repetirá en el Quirinale, comienzan a comprenderse los ganadores y perdedores del proceso. En él, Salvini queda golpeado, al igual que la unidad de la coalición de centro derecha.
Por ejemplo, se debate si es una victoria de la democracia y la política, o simplemente de los diputados que, en caso de elecciones políticas anticipadas hubieran perdido cargo y sueldo.
Algunos analistas señalan que no alcanzar un acuerdo sobre un nombre nuevo es un problema, pero otros subrayan que Mattarella es una garantía.
Solo sobre un asunto no hay duda: de esta semana de hipótesis, negociaciones, acuerdos y traiciones, la figura que sale más afectada es la de Matteo Salvini.
Sus idas y vueltas lo dejaron muy expuesto. El sábado 29 festejó la reelección del siciliano, cuando hace algunos años decía “no es mi presidente”.
En este proceso, ha llevado meses anunciando que había llegado el tiempo de un presidente que saliera de la derecha. Incluso apoyó públicamente el intento frustrado de Silvio Berlusconi, que les había dado una ventaja para negociar. Al final, terminó votando la reelección de un dirigente del Partido Democrático.
La misma noche del viernes había declarado que se iba a nominar una mujer capaz. Algo distinto, evidentemente, de la que acababa de postular: la presidenta del Senado, Elisabetta Casellati. La segunda figura institucional del Estado supuestamente contaba con el respaldo de poco menos de la mitad de los electores, pero cuando hubo que contar las papeletas apenas llegó a reunir un tercio.
Salvini también propuso a una ex alcaldesa de Milán, un catedrático octogenario, un filósofo, un juez jubilado. Cuestionó a la jefa de los servicios secretos, Elisabetta Belloni, y hasta al primer ministro, Mario Draghi. Bastante para que el ex primer ministro Matteo Renzi le recordara que no se trataba de un talent Show.
Problemas en la coalición
Salvini queda golpeado más en la coalición que en su partido, donde las críticas son en voz baja. Pero Giorgia Meloni, jefa de Fratelli d’Italia, aclaró que en parlamento “la coalición de centro derecha ya no existe” y que tendrán que reconstruirla.
De hecho, el tercer peso pesado de la alianza, Forza Italia, el partido de Berlusconi, fue despegándose de Salvini, que se había erigido en una suerte de vocero de los tres partidos.
El tiempo que se abre verá reacomodamientos en la derecha y, quizás, también en La Lega. Incluso se rumorea que algunos de sus ministros podrían dejar el Gobierno, en un recambio para reforzar al partido.
