Resulta difícil de creer que alguna vez existieran leyes que respaldaran algo tan macabro como una violación.
Sin embargo, durante varias décadas, Italia adhirió al ‘matrimonio reparador’
Se trata de una figura del Código Penal que contemplaba la ausencia de delito en el caso de que el violador se casase con la víctima.
Hace ya más de 50 años, la joven siciliana Franca Viola le pondría fin a este asunto y cambiaría para siempre la historia de los derechos de las mujeres italianas al decirle “no” a su agresor.
Una ley absurda
En 1930, con la entrada en vigencia del ‘Código Rocco’, el fascismo dejaría en herencia algunas de sus leyes más absurdas y crueles.
Bajo la máscara de la “preservación del honor de la familia”, un hombre podía asesinar a su hermana, esposa e hija si estas eran sorprendidas en adulterio y ser condenado a la pena irrisoria de entre tres a siete años de prisión.

Además, el Código Penal también preveía casos de delitos sexuales, en los que la víctima perdía la categoría de tal y debía arrastrar consigo la condena social de haber sido violada.
“(…) El matrimonio que el autor del crimen contraiga con la persona ofendida extinguirá el delito, también con respecto a todos aquellos involucrados en el mismo delito; y, de existir condena, su ejecución y efectos penales se extinguirán”, decía el artículo 544.
La joven del sur
Franca Viola nace en la localidad siciliana de Alcamo en el seno de una familia de agricultores. A la edad de 15 años, se promete en matrimonio con Filippo Melodia, quien era sobrino del mafioso Vincenzo Rimi.

El compromiso se ve más tarde disuelto cuando se acusa a Melodia de robo y pertenencia a un grupo mafioso.
El muchacho comienza así a amenazar a la familia Viola, quemándoles la casa de campo y destruyendo su viñedo. Incluso llega a apuntar con un arma a Bernardo Viola, padre de Franca, quien jamás consentirá la relación entre su hija y Filippo.
En diciembre de 1966, Melodia y sus amigos irrumpen en la casa de los Viola y, tras destruir todo, se llevan consigo a Franca y a su hermano pequeño, quien intenta desesperadamente salvarla. El niño sería más tarde liberado.
Filippo Melodia encierra a Franca y abusa sexualmente de ella
Jamás deja de provocarla y las amenazas de un matrimonio inminente se vuelven frecuentes.
Tras varios días de secuestro, la muchacha es finalmente rescatada. Melodia y sus cómplices son arrestados, sin embargo este está seguro de poder contar con la opción del matrimonio reparador.
Franca no solo fue la primera mujer italiana en negarse a la unión con su agresor, sino que lo llevó a juicio
“Yo no soy propiedad de nadie. Nadie me puede obligar a amar a una persona que no respeto. El honor lo pierde aquel que hace ciertas cosas, no quien las sufre”, diría la joven.
Con la mafia y la opinión pública en su contra, Bernardo decide formar parte de la lucha de su hija. Pierde su trabajo y se vuelve víctima de constantes amenazas. Sin embargo, el hombre jamás dejará de apoyar a Franca.
La muchacha asiste a todas las audiencias con valentía y logra anteponerse a la defensa de Melodia. Finalmente, los agresores son condenados a 11 años de prisión.
“No fue un gesto de coraje. Hice lo que sentía que tenía que hacer, como hoy lo haría cualquier muchacha”
“Escuché a mi corazón, el resto llegó por sí solo. Hoy les aconsejo a los jóvenes que sigan sus sentimientos; no es difícil. Yo lo hice en una Sicilia muy diferente, ellos pueden hacerlo con tan solo mirar en sus corazones”, explica Franca.
La vuelta de página
Pese a las creencias del pueblo de que Franca sería para siempre una ‘solterona’, la joven se casa con Giuseppe Riusi. Las amenazas de Melodia no tardan en llegar, pero nada impide la celebración del matrimonio.
El entonces presidente de la República, Giuseppe Saragat, felicita a la joven pareja. Incluso Pablo VI los recibe en la Santa Sede y, años más tarde y a pedido de Franca, también se encuentran con el papa Francisco.

La batalla de aquella muchacha violentada fue el primer eslabón en la modificación de un Código Penal retrógrado y desigual.
Franca Viola hoy tiene 71 años y es pionera en los derechos de la mujer y se ha convertido hoy en un símbolo de lucha y progreso.