La Justicia condenó a Paolo Bellini como autor del atentado de Bolonia, que en 1980 dejó 85 muertos. Ya había otros cuatro condenados.
Según el tribunal que lo juzgó, este ex militante del grupo Avanguardia Nazional (AN) tuvo parte en la organización del acto terrorista. Condenado por otros delitos, Bellini niega haber participado en este atentado.
Además, el excapitán de los carabineros Piergiorgio Segatel también recibió una condena a seis años de cárcel, por falsificar pruebas. En tanto, el ex administrativo Domenico Cataracchia recibió una sentencia de cuatro años por ofrecer falso testimonio durante la investigación.
El atentado fue el más grave de la historia de Italia. El grupo de terroristas detonó una maleta con explosivos en la estación central de Bolonia, causando destrozos en el lugar y en un tren que pasaba por allí. Hubo 85 muertos y 200 heridos.
La larga investigación del atentado de Bolonia
Nunca quedaron claras todas las responsabilidades por el atentado. Y eso tuvo que ver con una investigación que, como se probó después, intentaba desviar la responsabilidad hacia las Brigadas Rojas.
Se trataba de la llamada “estrategia de la tensión” que llevaron adelante grupos fascistas durante aquellos años. Buscaban poner en jaque a la democracia y golpear a los grupos comunistas y de izquierdas.
En muchos casos, con apoyo de miembros de instituciones del Estado. Por eso las condenas por encubrimiento y por falso testimonio fueron clave para avanzar en las responsabilidades, tras 42 años.
Ya fueron condenados previamente otros neofascistas: Valerio Fioravanti, Francesca Mambro y Luigi Ciavardini, ya condenados de forma definitiva. Y Gilberto Cavallini, con sentencia de primer grado, como la que ahora tiene Bellini.
Los familiares de las víctimas saludaron la sentencia. Su abogado, Andrea Speranzoni, opinó que ahora la Italia “cuenta con una nueva verdad en las páginas de su historia”.
“El primer pensamiento es para las víctimas y para quienes murieron y tuvieron que sufrir los efectos de una estrategia cínica de los poderes antidemocráticos” enquistados en el mismo Estado, reivindicó el letrado.
