Ilaria Salis, una ciudadana italiana de 39 años, enfrenta acusaciones por agredir a varias personas durante la manifestación del ‘Día del Honor’ en Budapest.
Cada 11 de febrero, activistas de extrema derecha celebran este evento en conmemoración de un intento fallido de los soldados húngaros nazis y aliados de escapar de Budapest durante el asedio del Ejército Rojo a la ciudad en 1945.
La detención de Salis tuvo lugar el año pasado, y desde entonces ha estado bajo el escrutinio de la opinión pública y las autoridades italianas.
Su padre, Roberto Salis, ha expresado su preocupación por las condiciones en las que su hija está siendo detenida, llegando a calificarlas de “tortura” según los estándares italianos.
“No podemos entender que haya tanta disparidad jurídica entre países que forman parte de la comunidad europea”, añade.
El caso ha tomado un giro diplomático, ya que el ministro italiano de Asuntos Exteriores, Antonio Tajani, ha pedido a las autoridades políticas de Hungría que intervengan para garantizar la protección de los derechos de Ilaria Salis.
A través de la plataforma de redes sociales X (anteriormente conocida como Twitter), Tajani escribió el lunes: “Pedimos al Gobierno húngaro que esté vigilante e intervenga para que se respeten los derechos, previstos por la normativa de la UE, de la ciudadana italiana Ilaria Salis, detenida a la espera de juicio”.
En una conversación telefónica que tuvo lugar en vista del consejo extraordinario de la UE programado para el 1° de febrero, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, abordó el caso de la ciudadana italiana Ilaria Salis con el primer ministro húngaro, Viktor Orban.
Este llamado se produce después de que se difundieran imágenes impactantes de Salis encadenada durante una audiencia en Budapest, generando indignación tanto en Italia como en el ámbito internacional.
Las condiciones carcelarias de Salis y el trato recibido han sido objeto de controversia, con denuncias de maltrato por parte de Carmen Giorgio, excompañera de celda de Salis, quien describe situaciones deplorables, incluyendo la presencia de cimices, ratones y el uso de cadenas por parte de las autoridades penitenciarias de Budapest.
Este caso ha llevado a una escalada en las tensiones entre Italia y Hungría, destacando la necesidad de abordar las condiciones de detención y el respeto a los derechos de los detenidos en el ámbito europeo.
