Giulia Tramontano tenía 29 años, embarazada de siete meses, y estaba desaparecida desde el 27 de mayo. Su novio y conviviente Alessandro Impagnatiello, de 30 años, camarero, había denunciado el domingo su desaparición. Su cuerpo apareció sin vida.
Bajo presión de los investigadores, el homicida Alessandro se derrumbó y confesó dónde encontrar el cadáver de la mujer: lo había escondido detrás de los boxes de un edificio en via Monte Rosa, no lejos de la casa de la pareja.
“La maté”, habría dicho a los magistrados que lo estaban interrogando
Primero la mató a puñaladas y luego intentó quemar el cuerpo. Lo arrastró por las escaleras, quizás con la ayuda de un cómplice que ahora los investigadores están buscando, lo cargó en el baúl de su T-Roc e intentó hacerlo desaparecer.
Según las investigaciones, Impagnatiello habría llevado una doble vida: tenía otra relación, con una mujer estadounidense, que también quedó embarazada, pero en este caso el embarazo se había interrumpido.
Después de matar a Giulia Tramontano en su casa de Senago, entre las 19 y las 20 del sábado por la noche, Impagnatiello intentó contactar una vez más a su amante: “Se ha ido, ahora estoy libre”, le habría dicho a su amante.