La Corte de Cuentas Europeas, en un informe sobre las grandes obras declaró, que la construcción del tren de alta velocidad (TAV) Turín – Lyon (Francia), no conviene.
El ferrocarril que tendría que unir las ciudades de Francia e Italia, lleva casi 30 años en el centro del debate político
A partir de su concepción, al principio de los años noventa, los activistas llamados NO TAV han ido elaborando una critica al sistema de las grandes obras.
Sus realización a menudo pasa por alto de las poblaciones afectadas desde un punto de vista social y medioambiental.
Lo que se ha recién puesto en tela de juicio es también la economicidad de la obra. El marco en el que fue concebida el TAV ha cambiado. Las previsiones sobre las que se basaba el proyecto se revelaron equivocadas. El futuro, hacen notar los opositores, es distinto de cómo se lo esperaba: internet y los vuelos baratos convierten viajar por debajo de los Alpes en algo anacrónico.
El ahorro en el trayecto entre las dos ciudades transalpinas sería, encima, de una hora. A partir, cabe decirlo, desde el 2030.
Estos argumentos, hasta ahora compartidos por pocos movimiento políticos, y a menudo tildados de extremistas, encuentran ahora un respaldo fidedigno a nivel europeo.