El papa Francisco celebró este 8 de julio una misa en la basílica de San Pedro por los migrantes en un nuevo aniversario de su visita a Lampedusa.
“Hay que ayudar a los más débiles y vulnerables. Me gusta pensar, entonces, que podríamos ser nosotros aquellos ángeles que suben y bajan, tomando bajo el brazo a los pequeños, los cojos, los enfermos, los excluidos: los últimos, que de otra manera se quedarían atrás y verían solo las miserias de la tierra, sin descubrir ya desde este momento algún resplandor del cielo”, destacó el santo padre.
“No se tata solo de migrantes, son personas”
“Son los últimos engañados y abandonados para morir en el desierto; son los últimos torturados, maltratados y violados en los campos de detención; son los últimos que desafían las olas de un mar despiadado; son los últimos que quedan en los campos de acogida demasiado larga”, remarcó.