10 de mayo de 1987. Esa es la fecha en la cual se grabó a fuego el amor de los napolitanos por Diego Maradona. Esa tarde, el Napoli conseguía el primer Scudetto de su historia, con el astro argentino como referente y figura.

Fueron siete años, de 1984 a 1991, donde el mejor Maradona brilló en las canchas de todo el mundo. 27 años después, los napolitanos lo siguen recordando… y festejando. Sobre todo el día de su cumpleaños.
En el barrio napolitano de Vomero, un grupo de amigos que lleva adelante un bar llamado Ruin, decidió dedicarle una noche a su máximo ídolo. Pero la celebración no solo incluye camisetas del Napoli con la 10 en la espalda, o pelucas con sus característicos rulos. También suenan ritmos de cumbia argentina y cuarteto durante toda la noche, y si bien son todos italianos, la mayoría lleva puesta la camiseta de Argentina.

“Nací el 20 de agosto del 86. Mi padre fue al hospital, le preguntó a mi madre cómo estaba, y le dijo: ”Me voy porque esta noche juega Napoli. Me voy a ver al Diego”. Quien dice estas palabras lleva el nombre del causante de la locura napolitana, se apellida Verrusio, y es uno de los dueños del bar Ruin.
“Diego se fue en el 91, pasaron ya 27 años, y parece que se haya ido ayer”, agrega Ivo Tetti, un napolitano de 30 años que se lamenta: “Yo no lo recuerdo muy bien porque era muy chico cuando iba a la cancha. Pero aún hoy los niños siguen viendo a Maradona en YouTube. Es un culto que no se olvidará nunca, ni en 300 años”.
El fanatismo por Maradona hace que se pisen las palabras de unos con otros, mientras que de fondo comienza a sonar “La Mano de Dios”, el tema que el cuartetero Rodrigo Bueno le escribió a Maradona en su honor.

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Puede sonar fuerte la comparación, pero para Ivo, no: “Maradona es más grande que San Jenaro –santo patrono de la ciudad–. Él hizo tres milagros: los Scudettos del 87 y 90, y la Copa UEFA del 89″.
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Ya pasada la medianoche el festejo por el cumpleaños número 58 de Diego Maradona en Nápoles va llegando a su fin. En la pantalla del lugar se repasan los 115 goles que anotó para la ‘azzurri’, mientras que un grupo los observa como si no lo pudieran creer, con la boca abierta y la cerveza calentándose en la mano. “Quien ama, no olvida”, dice una de las bufandas colgadas en la pared. Ellos miran para no olvidarlo jamás.
