“Agua por favor” era todo lo que pedían los 56 inmigrantes –sirios y kurdos– que llegaron en una precaria embarcación de vela hasta las costas de la isla Capo, en Cretone.
Los turistas que se encontraban veraneando en un día completamente soleado acudieron a la ayuda de los 11 niños, seis mujeres y 39 hombres que llegaron con su último aliento a tierras europeas, escapando de la guerra.
Momentos más tarde llegaron los oficiales de la Guardia costera para socorrer a aquellos que estaban en estado más crítico.
La Unión Europea (UE) desembolsará € 6.000 por cada uno de los 56 refugiados.
El emotivo gesto de los turistas –en su mayoría italianos– se da en el marco de la escalada cruzada xenófoba y antirefugiados que lleva adelante el Gobierno, especialmente el ministro del Interior, Matteo Salvini.