Pasquale Rizzo de 80 años no lo dudó. Decidió dejarle sus ahorros y bienes -que suma un millón de euros- a su mejor amigo: Tor, un pequeño perro que encontró en 2011 y que adoptó inmediatamente.
El hombre que murió en abril pasado lo designó como único heredero al animal. Si bien en Italia no es posible nombrar a un perro como sucesor, es legal nombrar a un responsable para que tutele del animal y del dinero.
Tor ahora vive en un albergue de lujo pero está buscando una familia y cuando muera el dinero restante será donado a una institución que cuide de los derechos de los animales.