En los últimos años, Italia ha sido testigo de un alarmante aumento en el número de diagnósticos de enfermedades mentales, lo que algunos expertos consideran una pandemia silenciosa que se cierne sobre la nación. Estos trastornos afectan cada vez más a jóvenes y vulnerables, una tendencia que causa preocupación en la comunidad médica y la sociedad en general.
Las estadísticas más recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) revelan que entre el 10% y el 20% de los niños y adolescentes en Italia sufren de trastornos mentales, con el 75% de las enfermedades psiquiátricas manifestándose antes de los 25 años y la mitad de ellas presentando síntomas antes de los 14.
El incremento en los diagnósticos de trastornos mentales es alarmante, con un aumento del 30%, especialmente en categorías más vulnerables y en la población joven.
Se prevé que la prevalencia de estas enfermedades supere incluso a las enfermedades cardiovasculares, convirtiéndose en la principal causa de enfermedad en el mundo antes de 2030, como había estimado la OMS. Esta situación tiene un impacto significativo en la economía italiana, representando el 4% del producto interno bruto (PIB) en gastos directos e indirectos, y se asocia con una disminución de la esperanza de vida de hasta 10 años.
Después de la pandemia de COVID-19, Italia enfrenta una crisis en salud mental, donde los síntomas depresivos en la población general se han multiplicado por cinco. Se estima que uno de cada tres italianos sufre actualmente de síntomas depresivos, lo que equivale a un aumento de hasta 150.000 casos de depresión mayor en comparación con las cifras previstas antes de la pandemia.
La ansiedad y la depresión han aumentado en un 26% y 28%, respectivamente, en comparación con el período pre-COVID
Los jóvenes se encuentran entre los más afectados, experimentando un aislamiento cada vez mayor y una creciente dependencia de la tecnología, con al menos 700.000 adolescentes considerados adictos a la web, las redes sociales y los videojuegos.
Italia se enfrenta a una “policrisis” que involucra a la pandemia, la guerra, la inflación y las turbulencias sociales, todo ello contribuyendo al aumento de las enfermedades mentales.
Sin embargo, los recursos disponibles para los servicios de salud mental públicos están disminuyendo constantemente y representan menos del 3% del presupuesto nacional de salud, a pesar de que la indicación europea es del 10% para los países de ingresos más altos.
Los departamentos de salud mental están disminuyendo en número, pasando de 183 en 2015 a 141 en 2020, y están experimentando una grave escasez de personal, especialmente de psiquiatras, con estimaciones que indican que faltarán otros mil psiquiatras para 2025.
La situación requiere una atención urgente y una inversión en la salud mental de la población italiana, con un enfoque en la prevención y el tratamiento temprano.
El Día Mundial de la Salud Mental se conmemora todos los 10 de octubre. Su misión es la de recordar que la salud de cada individuo es la sólida base para la construcción de vidas plenas y satisfactorias.