Michela Murgia fallece con 51 años, víctima del cáncer. De posiciones políticas comprometidas, manifestantes cantaron “Bella Ciao” a la salida de la Iglesia.
Autora, entre otras, de la novela La Acabadora, era conocida por sus posiciones anticonformistas y su potente postura en asuntos públicos. Militante antifascista, en 2018 publicó Instrucciones para convertirse en fascista, una alerta sobre el resugir de posiciones de extrema derecha.
Cuando declaró que no consideraba al cáncer como su enemigo sino como una parte de ella, convirtió su enfermedad en una enésima ocasión de debate. Luego, casándose, tildó de patriarcal la institución.
Su actitud le ganó incluso el respeto de la presidente del Consejo de Ministros, Giorgia Meloni. La premier incluso discutió en algunas ocasiones públicamente con ella, pero manifestó su “gran respeto” tras su muerte.
Voglio esprimere sincere condoglianze alla famiglia e agli amici della scrittrice Michela Murgia. Era una donna che combatteva per difendere le sue idee, seppur notoriamente diverse dalle mie, e di questo ho grande rispetto.
— Giorgia Meloni (@GiorgiaMeloni) August 11, 2023
Su funeral, realizado en Roma, fue multitudinario. El canto espontáneo del público fue “Bella Ciao”, el famoso himno antifascista. Al evento acudieron miembros de su familia, pero también algunos personajes públicos con los que Michela compartió militancia y arte.
El escritor Roberto Saviano, encargado de un discurso durante la ceremonia, fue uno de ellos. También la secretaria general del Partido Democrático, Elly Schlein, visiblemente emocionada. También estuvo la militante por los derechos LGBT (y ex compañera de Silvio Berlusconi) Francesca Pascale, junto a su esposa, la cantante Paola Turci.
Quién era Michela Murgia
Los italianos echarán de menos a Michela Murgia. Seguramente, aparecerán dudas sobre qué hubiera comentado ante alguna situación sobrevenida. O faltará su presencia, especialmente en acciones vinculadas al antifascismo o a los derechos de las mujeres, sus grandes campos de intéres.
Más allá de las obras que nunca escribirá, con la muerte de Murgia toda Italia pierde a una intelectual original, pues aunque estaba vinculada a las cuestiones políticas, no era ajena a lo cotidiano de la gente.
Algunos sostienen que era como si mirase a los poderosos desde una perspectiva excéntrica. De alguna forma, como desde su remoto pueblo de Cerdeña. Aunque no era fruto de un circulo cultural elitista, o quizás justo por eso, se enfrentaba a las autoridades con dignidad. Al Papa, cuando lo encontró, le regaló el numero de Vanity Fair en el que aparecía una entrevista suya sobre los derechos sexuales.
Justo su ironía era unos de sus secretos. La misma con la que describió en la red el día a día de cómo se ganaba la vida en un locutorio. La exitosa película Tutta la vita davanti, que Paolo Virzì sacó de su historia, la ayudó a ganar fama.