Como cada año, el informe del Instituto Nacional de Estadística (IATAT) ofrece una fotografía muy detallada, algo sorprendente, del país. Una nación que no quiere ni hacer ni acoger hijos.
En Italia una de cada tres familias está formada por solo un individuo. Desde el 2014 la población sigue disminuyendo. Llegó a poco menos de 59 millones. En ocho años se perdieron algo así como un millón y medio de habitantes.
Algo como media Roma desapareció
Es la suma de varias causas. Bajó la inmigración pero no la emigración, por ejemplo. Además cada mujer tiene un promedio 1,2 hijos. Encima, la pandemia trajo algo que los estadísticos llaman “exceso de mortalidad”.
El resultado es que casi uno de cada cuatros italianos tiene más de 60 años. Entre ellos, los 20.000 centenarios han dejado de ser una rareza. Sus bisnietos, los jóvenes, no se la pasan muy bien.
En el sur uno de cada tres de ellos, el doble que en el norte, está en paro. De hecho el porcentaje de los jóvenes que padecen pobreza extrema es tres veces mayor del total y este mismo numero triplicó en los últimos 15 años.
Una situación muy angustiante que, agrega el informe, habría podido ser incluso peor sin subsidios como la renta de ciudadanía que durante el periodo más duro de la pandemia evitó que el numero de pobres aumentase 10 puntos más.
No extraña que en el 2021 alrededor de 20.000 jóvenes licenciados hayan dejado el país.