“Romagna mia, Romagna in fiore”. Empezaba con estas palabras el himno de los veranos en el norte de Italia. La música es el liscio, el baile folclórico que en el siglo XX se convirtió en un clásico.
La orquestra estaba dirigida por Raoul Casadei. Con su fallecimiento, por COVID-19, hace días, para el presidente de la región Emilia Romagna desaparece un “embajador de nuestra tierra” y para el ,inistro de Cultura “un extraordinario interprete y autor”. Áun más que músico, Casadei era sobre todo un ícono.
Un símbolo de la alegría que la Italia de los años sesenta expresaba bailando no según los mandos del rock estadounidense sino con pasos parecidos a los de los abuelos.
Sus orígenes eran austríacos y polacos: Valzer, Polka y Mazurka. Con estos ritmos las parejas se juntaban, lo más pegado posible, frente a las playas de la costa Adriática. Una época, como ha recordado el histórico interprete de la canción comprometida, Francesco Guccini, en la que las ganas de bailar “hacía luz”.