
A unos 25 kilómetros de la costa italiana, se esconde un archipiélago de aguas cristalinas, arenas blancas, cuevas, acantilados y una vegetación fascinante. Se trata de las islas Tremiti, ubicadas en el mar Adriático y pertenecientes a la región de Apulia.
Con una superficie total de apenas tres kilómetros cuadrados y poco más de 300 habitantes, este exclusivo paraje mediterráneo escondió durante años un secreto que pocos conocen.
Esta es la historia del paraíso que marcó un antes y un después en la comunidad gay italiana
Un régimen viril

Corría el año 1939 en la Italia de Benito Mussolini, una nación que exaltaba la masculinidad como un valor y en la cual los homosexuales no eran bienvenidos.
“El fascismo es un régimen viril. Los italianos deben ser fuertes, masculinos y es imposible la existencia de la homosexualidad en un régimen fascista“, afirma Lorenzo Benadusi, profesor e investigador de la universidad de Roma Tre.
Es por esta misma razón que el Gobierno de Mussolini desiste de introducir leyes que penalicen la homosexualidad, ya que la previsión de este hecho significaba admitir su existencia. “Los italianos son demasiado machos para que existan homosexuales”, afirmaba orgulloso el régimen.
Un lugar en los confines
El Gobierno no tardó en reaccionar a esta situación y buscó enseguida ponerle fin. La solución parecía estar mar adentro, en una isla remota.
Fue así como cientos de acusados de ‘conducta indebida’ fueron trasladados al archipiélago por un periodo de cinco años, en los cuales vivieron hacinados, con escaso alimento y en donde la tuberculosis era moneda corriente.
“Hace ocho meses que suspiro la libertad todos los días. La ley humana hace expiar los delitos y crímenes de los hombres, privándolos de ella. Dios, en el Edén, castiga al hombre con la muerte, pero no le quita la libertad. Por eso, vale más que la vida. La vida sin ella está muerta, en especial para un joven de veinte años, que debe pensar seriamente en su futuro ¿y yo qué delito, qué mal he cometido para ser privado así, inexorablemente, de este gran tesoro?”, escribió Leonardo a’Francisa, condenado al exilio en las Tremiti.
El plan fallido
Sin embargo, y contrariamente al plan de Mussolini, no todo fue infortunio en las islas. Los presos comenzaron a colaborar en las tareas de los isleños, a congeniar con ellos y a exhibir su sexualidad con libertad.

Los nativos, a su vez, se acostumbraron a la presencia de los nuevos habitantes y no tardaron en aceptarlos.
Fue así como, sin preverlo, el fascismo daba origen a la primera comunidad gay-friendly de Italia
“En el fondo…se estaba mejor allí que aquí. En mis tiempos si eras gay no podías siquiera salir de casa. No te podías hacer notar, si no la Policía te arrestaba. (…) Hacíamos teatro y, naturalmente, allí podíamos vestirnos de mujer sin que nadie nos dijera nada… había gays que lloraban cuando nos íbamos de las Tremiti”, recuerda Giuseppe.
