Chivasso es una pequeña ciudad perteneciente a Turín, cuya población apenas supera los 23.000 habitantes. Y tal parece que el dicho “pueblo chico, infierno grande”, le queda a la perfección… a los dueños de los perros.
Es que además de llevar pala y bolsa, los propietarios de canes deberán portar consigo una botella de agua para limpiar el pis de sus mascotas cada vez que las saquen a pasear, si es que no quieren recibir una multa de 25 a 200 euros.
Así quedó sentado en el nuevo reglamento municipal de Chivasso, que entró en vigencia la semana pasada y reemplaza al texto de 1933.
A esta cruzada se suma el municipio de Carmagnola, también en Turín, el cual propone tomar rastros de ADN de los canes de la ciudad para dar con los propietarios que no cumplan con la norma.
Del examen se hará cargo el Instituto Zooprofilattico de Piamonte, Liguria y Valle d’Aosta, un laboratorio que generalmente realiza controles alimenticios y de salud animal, como los exámenes para descubrir cepas de “vaca loca” o gripe aviar.
Esta vez, más que una batalla por la salud pública, es una guerra a favor de la educación cívica. De hecho, los laboratorios se ocuparán de crear un registro con más de 5.000 perfiles genéticos, la misma cantidad de perros que viven en Carmagnola.
Los participantes de esta cruzada por la buena educación y el respeto, son varios. Por ejemplo, la empresa especializada en recolección de residuos, Derichebourg, apoya financieramente, mientras que de la recolección del ADN, la perrera municipal. La misma es gratuita y obligatoria hasta junio de 2019.
