
El Papa emitió un rescripto, una aclaración sobre su anterior documento Traditionis custodes. Y reafirmó que solo el Vaticano puede autorizar el uso de la misa en latín.
El texto es el resultado de la consulta con el Prefecto del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, cardenal Arthur Roche. El encargado, justamente, del asunto.
El tema se volvió áspero luego de que, con la muerte de Benedicto XVI, su secretario privado, el arzobispo Georg Gänswein, ajustara cuentas públicamente con Francisco. Entre sus críticas, dijo que el papa emérito lamentó los límites de su sucesor a la misa preconciliar.
Todo data de uno de los cambios más significativos del Concilio Vaticano II. En 1969, Pablo VI definió un nuevo rito, con el sacerdote de frente a los fieles y en la lengua local, abandonando el latín litúrgico.
Si alguna comunidad quería mantener el misal tradicional, debía pedir autorización. En 2007, Benedicto XVI eliminó las restricciones, para algaravía de los tradicionalistas. Pero Francisco las restituyó en 2021.
El papa volvió a insistir que, para que un sacerdote oficie en una parroquia la misa preconciliar, el obispo debe pedir autorización a la Santa Sede. Lo mismo para los curas ordenados después de 2021.
“Si un obispo diocesano ha concedido dispensas en los dos casos mencionados” sin avisar al Vaticano, “está obligado a informar al Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, que evaluará cada caso”.
Según el portal Latin Mass Directory, que indica dónde se celebra la misa en latín en todo el mundo. Según ese registro, en Italia hay 88 iglesias que la celebran, incluída la Basílica papal de Santa María la Mayor. En Estados Unidos está el record: hay 575 sedes.