Este viernes 15 entró en vigor la obligación de tener el Green Pass para acceder a los lugares de trabajo. Hubo protestas en las principales ciudades y puertos.
Roma, Milán, Génova o Vicenza fueron escenario de algunas manifestaciones contra la aplicación del permiso, que obliga a la vacunación de los ciudadanos contra el COVID-19. Sin embargo, no se repitieron las violentas escenas de la semana pasada en Roma.
El principal puerto del país, Trieste, vio una de las demostraciones de fuerza más grande de los antivacunas, con unas 7.000 personas que intentaron incluso bloquear la termina marítima. “Por supuesto que hay algunas dificultades en algunos puntos, pero el puerto funciona”, aseguró durante el día el presidente de la región Friuli-Venezia Giulia, Massimiliano Fedriga.
Los puertos de Nápoles, Génova, Bari o Brindisi también sufrieron algunas demoras, pero tampoco se interrumpió su actividad.
En tanto, el transporte público en las grandes ciudades no tuvo mayores inconvenientes. Los trabajadores con green pass al día pudieron llegar al trabajo en buses, metro y trenes, e incluso funcionó la red de vaporetti de Venecia.
Se calcula que unos tres millones de trabajadores, de los más de 23 millones que forman parte de la fuerza laboral del país, no están aún inoculados. Sin embargo, sólo el pasado miércoles, dos días antes de la entrada en vigor del green pass obligatorio, se emitieron medio millón de certificados de vacunación.
Más vacunas
Por su parte, el comisario extraordinario para la crisis del COVID-19, el general Francesco Paolo Figliuolo, aseguró que sólo este viernes 15 se vacunaron con la primera dosis unas 69.000 personas. Según el encargado de la campaña, “los números están creciendo” luego de la decisión del Gobierno de hacer obligatorio el green pass para trabajar.
En Italia ya se vacunó el 85% de la población de más de 12 años con al menos una dosis y el 81% ya completó su pauta de vacunación. Se suministraron 87,3 millones de dosis a 46 millones de personas.