Se lo ha pensado un par de días y al final dijo que sí: Enrico Letta aceptó el cargo de secretario del Partido Demócrata. Su perfil, autoritario, con experiencia internacional y un período de baja, han hecho hablar casi de un pequeño Draghi.
Toscano, sobrino del brazo derecho de Silvio Berlusconi, con un pasado en la Democracia Cristiana, fue el más joven ministro de la historia de la República y, en 2014 primer ministro. Una experiencia incluso más breve de la media italiana, de la que las crónicas más que nada recuerdan el célebre desalojo por parte de Matteo Renzi, que justo unos días antes le había asegurado su respaldo diciéndole: “Enrico, tranquilo”. Una frase que se ha convertido en proverbial para expresar la traición.
Ha sido famosa la manera en la que los dos se pasaron la campanilla que simboliza la presidencia del consejo de ministros: sin mirarse a la cara. Desde entonces, Gianni Letta se ha dedicado sobre todo a la enseñanza. Para dirigir un prestigioso instituto de estudios internacionales en París dejó su bancada en parlamento. Ahora retoma la guía del partido que había dejado durante la secretaría de Renzi.
Lo encuentra bastante dividido, con sondeos que tras la dimisión de su antecesor, Nicola Zingaretti, se han vueltos preocupantes. A la espera de sus primeras decisiones, los periódicos vaticinan un partido más autónomo, o sea con una relación menos estrecha con el Movimento 5 Estrellas.
Sin embargo cualquier previsión, de momento parece arriesgada: nada más empezar el gobierno Draghi el abanico político se puso en movimiento y nadie tiene idea de donde se colocarán los partidos en el tablero de las elecciones de 2023.
