Silvia Romano ha contestado por cuatro horas a las preguntas de los magistrados y de los investigadores después de su regreso a Italia, acogida por el premier y por sus familiares.
“Estoy tranquila. Durante el secuestro he sido siempre tratada bien”, ha declarado
Dijo también: “Me habían asegurado que no sería asesinada, y así fue”. Ha explicado que, después de su secuestro en Kenia, con un viaje de cerca un mes, parte en moto y parte a pie, fue llevada a Somalia.
Según sus palabras, fue “transferida a menudo, y siempre en lugares habitados, con la presencia de los mismos carceleros. Me han llevado en varias casas, me encerraban en las habitaciones”.
Sobre su conversión al islam, la chica ha afirmado: “Ha sido mi libre elección, no ha habido ninguna obligación por parte de los secuestradores. No es verdad que se me obligó a casarme, no he sufrido violencias”.
Según las fuentes investigativas podría “tratarse de una situación psicológica relacionada al contexto en que la chica ha vivido en estos 18 meses”.
Diferente la idea de Silvia, que dice: “Mi conversión ha pasado a la mitad del encarcelamiento, cuando he pedido poder leer el Corán“.
La joven estuvo secuestrada un año y medio. Había viajado a África como voluntaria de una ONG que ayuda a niños huérfanos.