Son unas 8.000 las personas que viven en Roma sin un domicilio fijo. De ellas, un tercio suele estar excluido de cualquier tipo de estructura para los sintecho.
A menudo comen lo que sobra de bares y de restaurantes, que, en este caso, llevan días cerrados por la cuarentena total por la pandemia de coronavirus.
Además, los voluntarios subrayan que faltan estructuras que les permitan acceder a recursos sanitarios, empezando por la simple higiene personal. El ayuntamiento de la capital anunció el aumento de lugares de acogida: a los 170 disponibles, se sumarán pronto 240 y en unos días, 80 más.
Las estructuras, hasta la fecha abiertas por la noche, activadas en el ámbito de las iniciativas adoptadas por el frío, estarán accesibles todo el día.
Otra medida es que los huéspedes serán sometidos a una verificación del estado de salud. Roma pidió a las asociaciones que gestionan los comedores sociales que proporcionen comida para llevar.
A los 40.000 platos que garantizan a diario se sumarán unas 600 comidas a domicilio, ya de camino a alcanzar las 800
Por otra parte, hay también quien, pese a tener un techo, se encuentra en dificultad. Además de llevarle comida, a minusválidos y ancianos, la comunidad de Sant’Egidio le brinda un servicio de asistencia a través de mensajes, cartas y llamadas por teléfono.
